sábado, 1 de octubre de 2011

Juzguen ustedes mismos.

Míradme, aquí estoy, con todo entre mis manos, y nada en mi mente. Parece contradictorio, pero es cierto. Contento, confuso, equivocado, acertado, esperente...un sentimiento extraño, que parece no tener nombre propio, me recorre de cabeza a pies. Creo que no soy capaz de ponerle un nombre solamente porque lo evito, me evado de él, a veces con mis colegas, a veces con una litro y algo verde, siempre con una amiga negra a la que me cuesta mantener, otras, con la mejor compañía que pudiera desear. Pero se que está ahí, y eso no se me va a olvidar tan fácilmente...ni pretendo que se me olvide.


-No puedo creer que has echo tío, de verdad que no, no te entiendo.
+ Entender? Ese verbo lo atribuyo yo a las matemáticas y a la física... En la vida, las cosas a veces no salen como te las planteas o quieres hacerlas, simplemente pasan, sin un como ni un porqué aparente.
- Ya pero...
+Pero nada, cuando recapacites, te pongas en mi lugar y mires las cosas objetivamente y desde ambos lados, vienes y hablamos y nos recriminamos mutuamente, mientras por favor, no me juzgues.


Equivocarse y acertar son antónimos que en ocasiones pueden convertirse en sinónimos, no creeis? 
Yo sigo pocas normas, pero las que me propongo, las sigo, para bien y para mal. Un ejemplo es: Cuando uno no está seguro de algo, siempre es no, por muy dificil que sea la elección, eso es así.

Que el no querer y poder, es como echarse a perder.


 Mi compañera, mi ayuda.